El equipo Puzzle Motor viajaba al Rallye Tierras Altas de Lorca con la idea de hacer en un buen papel.
Nuestro copiloto Ray Fernández afrontaba la prueba con unas ganas sobrehumanas y con una actitud digna de elogio y contagiosa, el resto del equipo pendiente de cada detalle y muchas esperanzas de dejar una buena impresión entre los rápidos pilotos de esta copa y con un poco más presión de lo habitual, ya que es una nueva etapa para Antonio Otero y su equipo, campeonato nuevo, coche nuevo y una copa con unos vehículos de prestaciones más bajas de los habitualmente usados por el equipo.
«Nunca habíamos estado nerviosos en una ceremonia de salida, después de dormir como tocaba nos levantábamos el sábado con nuestro incondicional «Chop Suey!» con unas ganas terribles de debutar en una copa del panorama nacional, dentro de la Kobe Motor», declaraba Antonio Otero.
No todo fue como el equipo esperaba.
El rally no empezaba bien, entre el control horario y la salida del primer tramo del día, entraba una nube de polvo cuando la dupla templaba los neumáticos y frenos, y complicaba la conducción para el piloto, al no poder apreciar bien el recorrido.
«Después de darnos la salida en el primer km cronometrado, ya estábamos cubiertos de polvo y hasta el cuello, un polvo difícil que no dejaba respirar ni hablar. Para nosotros un grave problema pues no fui capaz de controlar la atención y concentración, cuando jamás había preguntado una nota al copiloto en carrera y por primera vez tuve que ir preguntando para donde eran las curvas y los cruces durante los interminables 24 km. Después de llamar a la asistencia y comunicar el problema, el equipo se puso a trabajar y solucionó el problema», afirmaba Antonio.
Tras salir al segundo tramo con más cautela y ya sin nervios, el equipo empezó a sentirse a gusto dentro del coche, pero cuando empezaban a tener ritmo, una zona muy rota les hacía abandonar tras romper un amortiguador y quedaban apeados del rallye a las primeras de cambio. «Salimos al segundo tramo cautelosos, ya sin nervios y con un ritmo que nos gusta, compenetrados, tranquilos y más rápidos por fin, pero la alegría duró poco, en el km 11 entramos en una curva rápida con buena trazada y de 4ª fondo y en medio un agujero lleno de polvo que parecía harina, nos catapultó partiendo un amortiguador a la mitad y dejándonos sin ninguna opción de por lo menos encontrar un solo tiempo, sin opción de puntuar y con la desilusión que nos haría plantearnos seriamente alguna que otra rara idea en nuestra cabeza».
Antonio Otero se mostraba gratamente sorprendido del nivel que tiene esta Copa monomarca. «Que avería tienen los pilotos de la Copa Kobe Motor, un ritmo frenético difícil de llevar y mantener y con un gran trabajo previo por parte de los pilotos Kobe, por lo que nos toca un cambio de planteamiento: deberes, deberes y más deberes; que empiezan desde ahora mismo y ya con vistas a Navarra. Nadie nunca dijo que fuese fácil y este año va a ser de conciencia, psicología y estrategia. Nos vemos en la segunda cita.»
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